8.2.18

No te dejaré


En estos últimos meses han ocurrido una serie de eventos no muy agradables según nuestra manera de ver, sin embargo, en ningún momento el Señor nos ha dejado, por el contrario, puedo afirmar que lo que hemos vivido como iglesia, como grupo ministerial y pastoral, es con un propósito claro de Dios, está trabajando en nuestra paciencia, fe y misericordia.

A lo largo de este desierto hemos podido ver la mano de Dios sosteniendo nuestras vidas y ministerios sin falta alguna, de manera clara el Señor se muestra ante nuestros corazones y nos impulsa a seguir adelante, el día de hoy un versículo bíblico ha estado constante en mi mente, al tiempo que vienen parte de las circunstancias y personas que quieren detener la obra de Dios.

Para ser un poco más claro con respecto a las circunstancias, puedo decir que hay gente peleando territorios que ya le pertenecen a Dios y posesiones materiales así como intereses humanos y vanos de los cuales nosotros mismos abdicamos hace ya tiempo, sabiendo que nada material puede satisfacer nuestra necesidad mas importante como lo es Jesucristo.

El verso que tenía en la mente es Hebreos 13:5

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora;  porque él dijo: No te desampararé,  ni te dejaré; Hebreos 13:5

De lo cual entiendo la palabra “costumbre” como algo sumamente importante, la idea vivir sin avaricia debe ser constante, una práctica que llene la vida de los hijos de Dios así como la gratitud por la provisión de Dios. Estos dos atributos, la práctica de no ser avaricioso y la gratitud por lo que Dios ha dado, básicamente están unidos por el contentamiento, al entender con alegría los términos en que Dios nos provee podremos estar felices de lo que tenemos y lo que no; aun cuando no entendemos los medios por los que Dios provee a sus hijos podemos contentarnos con lo que tenemos por medio de la fe.


Bajo las circunstancias que nos rodean en el ministerio nos hemos dado cuenta de que el mundo pelea cosas materiales y Jesús nos ha llevado a ver su provisión cada día, no tenemos que pelear por nada material porque nuestro tesoro no es de esta tierra, nuestro tesoro es la persona de Jesucristo. ¿Qué mayor tesoro podría tener el hombre? Si nuestra porción, nuestra heredad es el mismo Jesús. Él mismo prometió que no nos desampararía, ni nos dejaría. Bajo esa promesa podemos ver la paternidad de nuestro Dios y el constante socorro que podremos experimentar de su mano. Sin embargo, para experimentar esa provisión hay que abdicar de todo lo material, renunciar a todo lo que es vanidad y se disuelve, para creer en un mundo espiritual en el que la provisión de Dios se vuelve constante y equivalente a la fe que tenemos sobre su provisión.