10.9.20

¿Ladrón o mensajero?

 

Anoche me visitó un ladrón. Vivo con mi esposa y con mi hija de cuatro años, y supongo que el temor de todo hombre de familia que vive con dos mujeres es que alguien extraño intenté irrumpir en su casa. Bueno, anoche nos visitó un ladrón, lógicamente todo para mí fue abrumador, sin embargo, me dejó una gran enseñanza.


Romanos 8:28
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman,
los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.


Justo a las 3:00 am desperté con mucha sed, me levante y tomé agua, me senté en la sala en medio de la oscuridad a orar mientras que arreciaba la lluvia afuera, por algunos momentos estuve así, me dirigí a mi habitación y me acosté con mi hija que había querido dormir conmigo, no podía conciliar el sueño así que tomé mi celular y en Fb me apareció un vídeo de una predicador que hablaba de una profecía acerca de que el Señor Jesucristo viene ya, lo miré hasta que terminó y entre sus palabras hacía alusión a varios textos bíblicos sobre velar y orar, curiosamente en mí predicación de éste domingo sobre Isaías 55 hable del versículo 6:

 

Isaías 55:6

Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano.

 

Le hable al pueblo sobre buscar a Dios y que esto no solamente es en la iglesia (porque a la reunión vamos a aprender cómo debemos buscar a Dios y la práctica es afuera en la vida cotidiana y en los espacios de intimidad) el profeta decía que debemos estar atentos a la venida de nuestro Señor, que estemos despiertos y vigilantes, que viene un tiempo difícil para el pueblo de Dios pero que los fieles permanecerán hasta el fin. Hasta aquí todo me pareció muy cotidiano, uno suele considerar estos mensajes como parte de la doctrina bíblica regular y si bien, le damos importancia, ahora mismo considero que es más relevante de lo que estoy acostumbrado, aun sabiendo que mi estándar para ese tipo de mensajes es prioritario. Justo cuando el video acabó escuché un golpe seco, como si algo hubiera caído en el piso de arriba, aunque me pareció extraño porque se oyó dentro de la casa, esperé lo mejor, pero imaginé lo peor. Me asomé con cautela por la ventana de la habitación que da justamente en escuadra a la puerta de la entrada, abriendo solo una ranura en la cortina apenas necesaria para mirar con un ojo, No vi nada.

 

Me dirigí en silencio a la sala y mire por esa ventana en la misma manera, tampoco había nada así que abrí un poco más la cortina, limpie lo empañado del cristal y acerqué mi cara aún más. Ahí estaba un hombre vestido de una chamarra caqui larga, con gorro cual típico ratero, delgado, demacrado, con sus líneas de expresión bastante marcadas, a punto de asestar un golpe al cristal con un sacacorchos a la altura de mi cara, se detuvo en seco cuando me vio, quedo paralizado al igual que yo, estuvo a punto de acertar el golpe sobre mi cara y nada. Solo Dios lo detuvo en el momento indicado. Llame a mi esposa y encendimos las luces.

 

El hombre nervioso, confundido y evidentemente aturdido caminó por la privada queriendo parecer casual, le grite que venía la policía mientras la llamaba por el móvil. La cual nunca llegó a nuestra cordial pero eufórica llamada de auxilio, sin embargo, un versículo se clavó en mi cabeza. 

 

Mateo 24:43

Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada. 

 

Este hombre no se llevó nada, ni siquiera logró romper el cristal, no parece que haya dañado otras casas, parece que vino directamente a mirarme entre las sombras y para él, seguramente fui una sorpresa a su profesión, porque lo vi cara a cara. Estoy seguro de que Dios tendrá misericordia de ese hombre conforme a su voluntad, en cuanto a mí, me dejó una gran lección, es tiempo de orar y velar, no sabemos cuándo venga nuestro Señor Jesucristo, pero si podemos estar atentos, buscándole en intimidad, velando y orando, esperando su llegada como una novia que anhela a su amado, o como el padre de familia que vela atentamente por si el ladrón se acercara. Porque no sabemos cuándo venga nuestro Señor, pero cuando lo haga, será sorpresivo.