12.9.17

Luz y Amor

Hace un tiempo hablaba con un cristiano que me decía -los que somos de Cristo ya no podemos llevarnos con borrachos o prostitutas- eso me llevo a pensar muchas cosas a cerca de lo que creemos como hijos de Dios y aunque mi postura ante tal asunto está muy definida hace mucho tiempo, quiero explicar porque estoy en contra de esas aseveraciones peligrosas.

Es bien cierto que la vida del creyente debe cambiar en cuanto empieza a conocer y amar a Dios, porque no se trata de religión, sino de hacer la voluntad de Cristo cada día de nuestra vida, supongo que eso es lo que deberíamos entender todos los que nos acercamos a la cruz de Jesucristo pues en si misma cargó nuestras penas, dolencias, castigos y condenas, perdono nuestros pecados y nos salvó; ahora bien, la condición de dónde venimos fue borrada pero no debería ser olvidada por aquellos que fuimos perdonados, pues esa misma condición de suciedad y vileza nos permite reconocer de por vida la obra redentora del Maestro. No ya para que vivamos de la misma manera sino para testimonio de los hombres y por ende como prueba del gran amor de Dios.

Cuando olvidamos aquella vieja condición de pecado de la cual fuimos rescatados, podemos cometer un error aun peor; me refiero a creer que por propio merito somos santos, eso claro, tiene que ver con la autosuficiencia y el orgullo; pero considero peor aún, creer que somos santos reconociendo que Jesús nos santificó y no entender que debemos compartir esa Gracia, pues conociendo el gran amor de Dios no ejecutamos ese mismo amor, no aprendimos a amar ni a darnos como sacrificio vivo a otros.

Cuando en las iglesias nos llamamos discípulos de Cristo, queda claro que demos hacer las obras del maestro, pues eso es lo que enseñó. De manera que nadie que quiera ser un discípulo de Jesús puede creer que vino al mundo a apartarse de los hombres pecadores, nosotros fuimos perdonados y convertidos en Luz de este mundo, llamados a anunciar las virtudes de aquel que nos llamo de tinieblas a su luz admirable y por ende a compartir esa luz. Y a compartirla con Amor no como jueces o como verdugos, sino como el hijo de Dios que se entrego a sí mismo, pues solo con amor se comparte la luz de Cristo. Recordando que:

Lamentaciones 3:22  Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos,  porque nunca decayeron sus misericordias.

Porque ninguno merecíamos ese amor, pero lo dio por su misericordia y fidelidad. Así que nuestro trabajo es llevar ese amor a los borrachos y prostitutas, mostrarles que Cristo no señala ni avergüenza pero ama con verdad y nosotros somos los brazos de Cristo en esta tierra.

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